La madre tierra en Canillo

Andorra es un país que nos regala hermosos paisajes por doquier, aunque ahora vamos a referirnos al mirador del Roc del Quer, en la parroquia de Canillo. Al llegar allí, justo en la entrada al lado del parking, se encuentra un cartel amarillo que recibe a los visitantes. En el puede leerse un pequeño poema que define a la tierra como esa madre que nos nutre y que es repositorio de sabiduría en cada una de sus manifestaciones.

La cultura gnóstica también define a la tierra (elemento sobre el cual descansan el resto de fundamentos) como la madre. Y es que al igual que lo hizo nuestra madre física particular antes de nuestro nacimiento, la tierra nos provee el alimento y el refugio necesarios para continuar nuestro desarrollo. Dentro de este vasto vientre materno donde nos encontramos, nuestra segunda madre es la naturaleza. Esta vez no se trata de un desarrollo biológico u orgánico, pues este se realiza en el primer vientre. 


La madre naturaleza es el escenario ideal para el desarrollo espiritual interior del hombre, pero este desarrollo no es espontáneo, se requiere de un esfuerzo conciente de nuestra parte. Primero que todo hay que acercarse a la naturaleza. Hacer paseos a la montaña tan frecuentes como sea posible, admirar un atardecer, escuchar el viento soplar entre los árboles y respirar el aroma de un bosque de pinos, son sólo algunas de las experiencias mágicas que se pueden gozar al aire libre, ya no únicamente en Canillo, esto es posible realizarlo en muchos parajes de la geografía andorrana. 



En la próxima entrada continuaremos hablando de la madre naturaleza y lo mucho que ella nos ofrece para potenciar nuestro desarrollo espiritual, estamos hablando de la magia y de los elementales de la naturaleza. Ahora les dejamos con el poema:

La mare terra és màgica i sagrada.
Ella guarda memòria de la vida y de l’universo.
ella és testimoni de saviesa en cada muntanya,
en cada gota d’aigua i en cada ésser viu.
Ella ens nodreix i tots som fills d’ella.
I aquest indret és el Roc del Quer,
“la muntanya blanca”.
Al cor des Pirineus i cap on Canillo mira.
Et vols convertir en observador?
et convidem a visitar la ruta.
Observa i sent el que t’envolta
i guarda aquest lloc al teu cor.

R. Díaz Mariño 

Las 7 reglas de Paracelso para triunfar en la vida

Si observamos con atención la vida de personas exitosas, reconoceremos que cumplen con la mayoría de estas reglas, bien sea de forma intuitiva o simplemente por sentido común. 



Lo primero es mejorar la salud. Para ello hay que respirar honda y rítmicamente, con tanta frecuencia como sea posible, al aire libre o asomado a una ventana y llenando bien los pulmones. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un hábito que debes a tu propia dignidad.

Desterrar absolutamente de tu ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza. Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos.

Haz todo el bien posible. Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.

Hay que olvidar toda ofensa, más aún: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en sí, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.

Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada. Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiará en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ése es el Daimón de que habla Sócrates.

Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales. Abstenerte, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aún de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. Por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.

Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bienJamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el día de mañana. Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre.

Podríamos considerar que muchas de esas personas exitosas no son del todo buenas personas en el sentido humano o moral, mas esto no les priva de la retribución que conlleva el seguir tan sabios preceptos.

Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim mejor conocido como
Paracelso
(Zúrich 1493 – Salzburgo 1541)
Gran científico, médico y alquimista. Paracelso consideraba que existían cinco posibles causas de enfermedad: la acción de los astros, la acción tóxica de los alimentos, la herencia y la constitución, ciertos factores anímicos y la voluntad divina.

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